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NANUK TRANS [CDN-4T]
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NUEVA VIDA

Se ha retirado.

El viejo comandante Charly de Nanuk se jubiló semanas atrás, y mi sorpresa fue mayúscula cuando recibí en propiedad, absolutamente todas sus posesiones: 14 naves completamente ingenierizadas, cada una con una especialización concreta; la pertenencia a una facción muy potente en la galaxia; una piloto de cazas con un buen rango de combate; más de tres mil millones de créditos; y cientos y cientos de anécdotas vividas juntos en el último par de años.

También una petición, su último deseo, que ha pasado a ser mi principal objetivo a corto plazo: la compra y puesta a punto de una Fleet Carrier. Una meganave a la que poder llamar casa, y a la que podrá trasladarse para vivir sus últimos años en el lugar que siempre lo ha hecho feliz, el espacio.

Tengo plenos poderes de decisión, sin ningún tipo de cortapisas, y cualquier elección que tome, ni siquiera es comentada por él, porque dice que su confianza en mi buen juicio es total.

Y una de esas primeras decisiones ha sido colaborar más estrechamente con alguna superpotencia, y no sólo para la consecución de algún arma llegando a su nivel 3, sino alcanzando el último nivel, el 5, y obtener 50 millones semanales de botín, manteniendo los diez mil méritos necesarios con distintas acciones, tanto de transporte como de combate, y poder disfrutar también así, de mejoras en el valor de las recompensas de caza de piratas, por ejemplo.

Además, y como principal fuente de ingresos, creo que haré minería durante unos días, buscando los famosos diamantes de baja temperatura que alcanzan muchas veces, un valor superior al millón y medio por tonelada. Una Cutter como la nuestra, con una capacidad de carga de 512Tm, puede dar un buen pellizco con unas horas de trabajo intenso en los lugares correctos. Simplemente hay que tener cuidado de los piratas, pero para eso nos ayudará unos buenos escudos prismáticos, y un buen motor para escapar cuando haga falta.

Charly se ha quedado un tiempo en su planeta de nacimiento, el que llaman Tierra. Dice que allí vivió años muy felices junto al humano que lo rescató del abandono en una antigua rotonda de carretera de superficie. Quiere recorrer esos lugares hasta que se traslade definitivamente a la Fleet Carrier que le prometí conseguir, así que podéis imaginar lo importante que es para mí ahora ese reto.

Hay que doblar la cantidad que me dejó para rozar los siete mil millones necesarios para la adquisición de la nave, los módulos necesarios, y por supuesto, los primeros meses de mantenimiento.

Una vez conseguida, tendré que ver a qué la vamos a dedicar, aunque me ronda por la cabeza utilizarla para desplazar todas nuestras naves hasta los sistemas donde nos pidan ayuda para modificar y aumentar la influencia de las facciones que lo necesiten.

De esa forma, tras un módico pago del clan correspondiente por esos trabajos, podamos soportar de manera más relajada, nuestra nueva morada, y a su vez permitirnos de vez en cuando, una escapada a confines de la galaxia hasta ahora inalcanzables, una maravilla.

Pero esos planes han de confirmarse más adelante. Por ahora, me limitaré a alcanzar la cifra soñada de créditos, y utlizarlos en el penúltimo deseo de mi gran amigo Charly... de Nanuk, como apostilla siempre.

MULTIVERSO

Aquí estoy, después de mucho tiempo sin escribir mis aventuras en busca de mi gran amigo Nanuk, minando en el sistema Borann los preciados diamantes de baja temperatura, e intentar hacerme con un pellizco importante de créditos, aunque realmente, no sé para qué.

Estoy cansado, y cada vez es más complejo conocer su paradero. He vuelto de nuevo al centro de la galaxia, y he recorrido otra vez los sistemas alrededor de Colonia, y para lo único que me ha servido es para conocer la existencia de universos paralelos al nuestro. Yo lo llamo multiversos, al menos dos más, con nombres muy extraños. Uno se llama Sony, o PS4 lo llaman también, y el segundo todos lo conocen como Pc. Parece que los actos de sus habitantes influyen directamente en el nuestro, pero sin embargo no podemos interactuar directamente, cara a cara.

¿Habrá sido Nanuk capaz de saltar a uno de ellos y por eso soy incapaz de encontrarlo? De todas formas, como digo, estoy cansado, muy cansado, y no de la búsqueda, más bien es un agotamiento físico, y parece que mi final se acerca. Tal vez en ese otro mundo sea donde esté Nanuk, esperándome.

He contactado con un humano que me ayuda con todos los quehaceres típicos diarios, y muy posiblemente sea él quien herede mi pequeña flota, ya que en estos últimos meses ha demostrado ser muy valioso, tanto en comercio como en combate, y en mi último gran viaje estuvo pendiente de cuidarme en mis primeros achaques de mi avanzada edad.

No creo que personalmente llegue a conocer las grandes meganaves que parece, alguna corporación va a empezar a construir, y que serán capaces de albergar en su interior un número superior a la decena de navíos. Nos vendría de maravilla a Héctor y a mí tener toda nuestras pertenencias en un lugar así, y poder vagar por el cosmos sin necesidad de buscar sistemas concretos para ésta o aquella necesidad, pero como digo, no las voy a conocer.

Tampoco podré ver el día que por fin podamos saltar de un universo a otro, de ver seres vivos del universo Sony o Pc delante nuestro, de comerciar con ellos, o combatir junto a ellos si la ocasión lo requiere.

Ahora que he conocido este misterio del multiverso, entiendo porqué puedo contactar por radio con camaradas y comandantes de mi querido clan EotA, y sin embargo nunca haberlos encontrado en ninguno de los distintos tugurios de los cientos de sistemas que he visitado. Y lo curioso es que sus universos son idénticos al mío, algunos más poblados como parece ser el llamado Pc, pero con los mismos astros, colocados y nombrados exactamente en la misma posición y coordenadas galácticas que en éste.

En fin, la próxima anotación de bitácora será ya obra de mi lugarteniente humano, porque yo me he ganado mi descanso eterno. Sé que allí, en ese lugar del que nadie ha podido volver, encontraré a mi gran amigo Nanuk, y juntos volveremos a correr por verdes prados, detrás de cualquier cosa que se mueva, jugando y jugando hasta caer rendidos y dormirnos junto a un ser que nos quiera lo mismo que nos ha querido esta persona que hoy comparte mi nave.

He tenido mucha suerte en esta vida, y sé que la próxima no será diferente, será la otra vida.

SALTO AL VACÍO

Al final logré reunir todo lo necesario para tener un salto decente en mi Krait Phantom. Iba a ser esta la nave que utilizara en mi primer incursión al espacio profundo. Llegó el momento de buscar en serio a mi mejor amigo, de dar el paso necesario para alejarme realmente de la burbuja, de esos sistemas controlados por el hombre, y donde casi con total seguridad, Nanuk no se habrá refugiado. Seguramente se haya alejado tanto como le fuera posible de esta barbarie de especie que esquilma todo aquello que cae a su alcance. Si quiero volver a correr con él tras una pelota, debo alejarme de aquí, sí, pero ¿a dónde ir? Sería ilógico plantear un viaje sin destino entre 400 mil millones de sistemas diferentes, así que, con un poco de esperanza en mis pensamientos, ¿por qué no acercarme hasta Colonia y preguntar si alguien lo ha visto correteando por allí? Tal vez los humanos que habitan ese remoto lugar de la galaxia se hayan vuelto eso, humanos, y la civilización pueda ser algo distinto a las guerras y destrucciones, y tratar siempre de avanzar, incluso con otras formas de vida, ¿por qué no? Alguien dijo una vez que la esperanza es lo último que se pierde, y que ese palo que hay allí en el suelo, puede ser un hueso sabroso. Equipé mi Nanuk Explorer con lo que consideraba necesario, un par de unidades de mantenimiento, un controlador de drones reparadores, un recolector de combustible (el mayor que encontré), un booster de FSD guardián, otro par de vehículos planetarios, alguna pequeña zona de carga por lo que pudiera encontrar y para llevar algún dron, indispensable en futuras reparaciones de casco. Y algo también importante, eyectores de acumulador de calor. Por supuesto los módulos que forman el núcleo de la nave totalmente ingenierizados para aumentar todo lo posible el rango máximo de salto, que logré elevar hasta algo más de 63 años luz. 63ly, impresionante después de empezar en la burbuja con saltos de 10 y 15 años luz en mi primera Sidewinder. Parecía que superar los 60ly era algo increíble… … hasta que abres el mapa de la galaxia para buscar tu objetivo y descubres que Colonia está a más de ¡¡¡20 MIL!!! En un rápido cálculo mental eso implica unos 240 saltos. ¡Por los bigotes de la diosa Laika! Eso es una enorme cantidad de repeticiones de procesos, de recargas de combustible, aunque lo cierto es que también me permitirá explorar otros tantos sistemas, y con suerte, encontrar algunos sin descubrir, e incluso, por qué no, posibles planetas con vida, o terraformables, o estrellas nuevas. Todo un cúmulo de posibilidades se abre ante mí. Pero todavía quedaba algo más que hacer antes de partir, y que reduciría bastante el número de saltos. Había oído hablar de las autopistas de estrellas de neutrones. Así, de primeras, el nombre impresiona un poco, pero multiplicaban hasta por 4 tu rango de salto, que era lo mismo que decir, que dividían entre 4 tu cantidad de saltos, más o menos, y eso era imprescindible probarlo, porque cuanto más lejos con el mismo esfuerzo, mayor oportunidad de encontrar a mi fiel compañero. De nuevo echas mano de la información que te proporciona tu flota, y así aprendes a planificar tu primera ruta hasta Colonia. Y en efecto, unos 80 saltos me indica el mapa, cosa que me animó a iniciarlo en cuanto la nave estuviera preparada. Cargue bártulos y me metí de lleno en el viaje. La primera estrella de neutrones implica preocupación por coger debidamente el cono, ni demasiado cerca del astro, ni demasiado lejos de la corona de la estrella, y por fin escuchas de tu asistente de vuelo que el motor de salto está sobrecargado. Miras en las estadísticas de la nave cuál es tu salto actual, y ves un mágico número superior a los 240 años luz. Uno tras otro, cada vez más cerca de Colonia, cada vez más cerca de los ingenieros de la zona, y quien sabe también, si más cerca de mi amigo. Cuando llevaba unas cuantas estrellas de neutrones superadas, me di cuenta de que el motor de salto había bajado su rendimiento casi un 20%, así que me detuve, paré completamente el vuelo y puse a mis unidades de reparación a ganarse el sueldo, y unos segundos después, recuperaba el 100% del salto de la nave. Ya puestos, me puse mi delantal de cocina y me dispuse a prepararme para un buen yantar. Me hice un selfie y me di cuenta que mirar tantas de neutrones había hecho mella en mis pupilas.

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Al día siguiente, bien repuesto del primer tramo de viaje, reinicié la singladura, para intentar llegar en no más e un par de jornadas más. Pero eso, ya será otro cuento.

FLOTA E INGENIEROS

Pocas semanas después de empezar con esta misión, entendí que estando solo iba a ser imposible completar ni siquiera una décima parte de todo lo que rondaba mi cerebro perruno. Siempre he preferido una manada y un hogar para habitar, pero por ahora es imposible tener nada de lo último. No hay posibilidad real de tener un lugar donde aterrizar tu nave, bajar y descansar en cualquier lado al que puedas llamar casa. Sería ideal poder volver cada cierto tiempo a un punto fijo de la galaxia, de esta Vía Láctea, donde olvidarte de todo, o muy al contrario, poder pensar en lo que de verdad importa. También donde poder conservar objetos importantes para ti, recuerdos de viajes, recompensas obtenidas, o simplemente comida. Hace mucho que no degusto un buen pienso en mi plato de todos os días, junto al bol de agua fresca. Maldita sea, esos detalles son los que más hacen hogar, y los que más se echan de menos. Una cama a la que subirse, o simplemente un sofá con una manta que taparte las noches frías. Tal vez algún día seamos capaces de aterrizar en planetas tipo tierra, o terminar de terraformar cualquiera de los avistados cuando exploras. Lo que es más fácil de conseguir ahora mismo es una manada, un conjunto de seres vivos que se mueven por objetivos e ideas similares, así que tras alguna búsqueda y pruebas no demasiado exitosas, aparecieron en el horizonte las naves de una flota de exploradores, anárquicos (cosa que no me va mucho porque siempre necesito cierto orden en mi vida), pero con una experiencia real en este universo, con ganas de compartirla, y algo muy importante, en castellano, la lengua que yo conocí allá en el sistema solar. Se hacen llamar Explorers of the Anarchy (EotA). Curioso tener un nombre en inglés para una flota que habla español, pero en fin, será por la globalización, no sé.

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Mucha es la gente que la compone, mucha la que continuamente se adhiere a la misma, y sobre todo, muchísimo lo aprendido hablando día a día con ellos. La paciencia con la que te ofrecen consejos y ayuda una y otra vez es infinita. Sin ellos, la otra pieza vital en este universo, hubiera tardado décadas en entenderla: el ingeniero. El ingeniero es una persona que por un motivo u otro se ha refugiado en un asentamiento, separado del resto, y que ofrece su conocimiento a cambio de una pequeña (o no tan pequeña) compensación. Y resulta que hay varios, cada uno de ellos especializado en uno, dos, tres o varios campos de la nave. Motores, blindaje, escudos, armas, salto… Y éste último es el que más me llamó la atención, imagino que igual que a la mayoría. Si aumentas tu rango de salto, llegarás más lejos, y más cerca entonces de encontrar a mi viejo amigo Así que buscas en tu pantalla de información de la nave, y allí ves la pestaña mágica de ingenieros, y te aparecen un par con la tecnología capaz de incrementar tu rango de salto, un par de personas llamadas Felicity Farseer y Elvira Martuuk. Cada una de ellas pide algo diferente. La primera una Meta-aleación, y la segunda una reliquia, una especie de pictograma. Vale, y ahora qué. Pues para eso está la flota, para ayudar en este tipo de momentos. Así que me indican dónde conseguir ambas piezas, y como la Meta-aleación está un poco más lejos, pues mejor ir para allí, así, de paso, quizá encuentre a Nanuk. Pero no, y además, sin saberlo, ayudo a esquilmar un preciado material que para otra especie que habita esta Vía Láctea parece indispensable. En lugar de buscar una reliquia de Soontill que es lo solicitado por Elvira, me voy a Maia a buscar Meta-aleaciones, simplemente movido por su valor económico, sin pensar que tal vez esto empuje a otros seres a defender su forma de vida. Y con mi nueva carga en la bodega vuelvo para visitar a Felicity, a rogarle que utilice su conocimiento en el FSD de mi nave para poder saltar más. Y es justo en ese momento cuando descubro que mucho más importante que los créditos, son los materiales. Cada mejora en mi motor de salto requiere más y más materiales, datos, minerales y metales. Sin todo esto no eres nadie en el universo. Hay que ir a buscar de todo, y empiezas a familiarizarte con el uso de escáner de estelas, el de datos. Aprender a aterrizar en planetas y satélites y usar el VRS para encontrar minerales y metales. ¿Y cómo aprendes todo esto? Con mi querida manada de la flota. Por suerte, siempre están ahí. Gracias EotA.

¿POR QUÉ NARANJA?

Cuando pensé en salir al espacio profundo para buscar a mi gran amigo Nanuk, me di cuenta de que tal vez yo no lo viera, pero que él si viera pasar las naves desde allá donde está. ¿Cómo decirle que esa máquina que estaba mirando iba en su búsqueda? Era imposible pensar que leería todos los nombres, porque cuando llevara miles de ellas vistas, tan sólo su instinto le haría reaccionar. Así que me vino a la mente esta foto:

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En la Tierra, justo donde nos conocimos, nuestros mejores recuerdos siempre estaban ligados a una naranja. Siempre salíamos corriendo detrás de alguna de ellas cuando nos las lanzaban, la mordíamos, le sacábamos todo su jugo, e incluso a veces, nos las pelaban y nos las daban a gajos. Eran momentos de placer inmenso, con la vista fijada en mi amigo, disfrutando de detalles que ahora añoro, y por eso busco. Pensé, como digo, que allá donde esté, si ve pasar una nave naranja a toda velocidad, tal vez su instinto lo empuje a perseguirla y alcanzarla, y volvernos a encontrarnos, aunque sea solamente un instante. De esta forma viajo pensando que no sólo son mis ojos los que buscan, sino que los suyos seguirán pendientes de cualquier cosa naranja que se mueva frente a él. Creo que ha llegado el momento de pasar mi NANUK EXPLORER por chapa y pintura, porque las autopistas de neutrones han hecho mella, y parece cualquier cosa menos una naranja.

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OTRA VEZ LOS THARGOIDES

Hace unas semanas se retiraron de la burbuja, dónde llevaban meses atacando diversos sistemas. Sin embargo, no sabemos si realmente fue una retirada, o la preparación para defender los nuevos lugares que la humanidad ha encontrado con Meta-aleaciones. Pero, ¿sabemos realmente qué significa este material para esos seres? Tan solo comprobamos que los ataques comenzaron en Pleiades, cerca de Maia, cuando la especie humana esquilmaba cualquier enclave que apareciera, una y otra vez. ¿En algún momento, alguna de las personas que se llaman a si mismas civilizadas, se paró a pensar que significa este material para esos seres? ¿Qué harían mis compañeros homo sapiens si de alguna parte de la galaxia apareciesen entes destrozando cualquier tipo de alimento, por ejemplo? No pensé en esto hasta que un día por curiosidad, entré en una zona de combate, y escuché sus chillidos justo antes de fallecer. Ninguna especie se lanza a morir de esa forma sin una enorme razón. Nosotros, los canes, y mis ancestros terráqueos, los lobos, tan sólo luchábamos cuando el sustento era diezmado, o cuando nuestros seres queridos eran amenazados, casi siempre, que casualidad, por la misma especie que ahora masacra a los Thargoides. Dejado llevar por las públicas notas provocadoras de pánico lanzadas por los medios controlados por el Imperio, la Federación y la Alianza, monté una nave para la lucha contra ellos, tal como compañeros comandantes nos iban indicando. Los escudos no eran importantes, pero sí ciertas armas llamadas antixeno, creadas por el odio a lo desconocido, para la destrucción de cualquier tipo de civilización, sin tan siquiera averiguar primero sus verdaderas intenciones. La bauticé con el nombre de NANUK ATTACK, y fue la única nave pensada para la destrucción.

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No derribé ni una sola unidad, porque pronto me di cuenta de que esa no era mi guerra. Principalmente porque no tenía ningún motivo para hacerlo, y también porque sabía que el ser humano es cruel por naturaleza. Yo mismo sufrí esa crueldad en mis carnes cuando acabé abandonado allá en la Tierra años atrás, y no merecían mi ayuda en esto, al menos de momento. Más bien al contrario, ¿por qué no tratar de comunicarnos con alguno de estos seres para conocerlos? Es muy raro que sus ataques se iniciaran en un lugar donde al final se extinguieron las Meta-aleaciones, y que se renueven con mayor brío justo en la nebulosa donde se han detectado de nuevo estos materiales. Centurias después de salir al espacio, la especie humana sigue aniquilando la naturaleza sin miramiento, sintiéndose dueña de absolutamente todo; lo más parecido que encuentro es un cáncer ramificándose hasta acabar en muerte vital. Necesito saber más antes de volver a esta lucha, a la que en principio no encuentro justificación. Por lo pronto, y hasta saber si merece la pena apoyar otro exterminio, es preferible utilizar mis armas en la caza de piratas, porque curiosamente, esta especie civilizada suele robar a sus semejantes sin ningún tipo de remordimiento. Para eso me iré a zonas de extracción de recursos, dónde trabajan los mineros, a esperar a las naves que intentan sustraer el producto arrancado a los asteroides, con mi NANUK DEFENSE, a la que ya he colocado un emblema de cazarrecompensas, para que sepan las fuerzas del orden que estoy de su parte.

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¿PARA IR MÁS ALLÁ?

Claro, antes de mi dedicación al transporte casi en serio con mi Type-6, probé alguna otra, como la Cobra Mk III (creo que todos la hemos pilotado en alguna ocasión), o incluso cuando reuní capital, cometí la locura de comprar una Type-9 Heavy, pero siendo novato, y en este universo casi siempre lo eres, no sabía que esa bestia necesitaba ingenierización de motores para ser medianamente pilotable. Mi cerebro perruno solo veía capacidad de carga, y a la tercera vez que me quedé enganchado saliendo de una estación, decidí venderla, sin más. Tal vez en otro momento estaría capacitado para dominarla, pero en ese instante era ella quien marcaba el camino, y eso no podía ser. De todas formas, ahí había un error de base, del que no te das cuenta hasta que llevas cierto tiempo navegando por nuestra galaxia, y es que lo importante no es el capital. Al final, lo vital, son los materiales, esos que necesitas cada vez que pretendes mejorar una nave. Pero de esto ya hablaremos otro día. Una vez probadas algunas máquinas, en mi cabeza sólo quedaba una pregunta, siempre flotando por encima de las demás: ¿Y para ir más allá, dónde estaba mi gran amigo Nanuk, que tengo que hacer? Sólo quería verlo una vez más, volver a correr con él detrás de nuestra pelota, jugar como lo hacíamos allá en la tierra donde nacimos años atrás. Y hacerle la gran pregunta, ¿por qué se había marchado? ¿Había hecho yo algo que le molestara tanto como para dejarme solo? Empecé a consultar a distintos comandantes cuál era la mejor para buscar entre las estrellas, para explorar cualquier rincón que me diera respuestas, y por aquel entonces, lo más accesible a un bolsillo de principiante, era una ASP Explorer, y ni corto ni perezoso, me lancé a la búsqueda de una de estas maravillas, hasta que la encontré. Ésta era la respuesta para ir más allá.

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Ahora es mi fantasmita. Una nave capaz de navegar sin escudos durante mucho tiempo a un 30% de temperatura, y con ellos, bajar hasta un 12%, lo que la hace casi invisible cuando necesito piratear datos, o muy importante, helada para entrar en estaciones dañadas y sacar seres vivos hasta un lugar seguro. Esto último es de las cosas más gratificantes que hay, ver tras aterrizar en las enormes naves de rescate que hay próximas, las facciones de satisfacción y alivio de esas personas, pero también de sus seres queridos, de todos, porque las mascotas también vuelan conmigo. Ningún bicho que respire se queda en tierra cuando entramos a por ellos, ninguno. Pero esas misiones he aprendido a hacerlas mucho después de adquirir la nave, y en principio tuvo otro nombre, y sirvió específicamente para exploración, pequeña exploración. Nunca a más de 5 o 6 mil años luz de la burbuja, porque para los grandes viajes donde realmente encontraría a mi viejo amigo, necesitaba primero entablar amistad con grandes personas que me ayudarían a mejorar enormemente las capacidades de mi pequeño bajel: los ingenieros. Aunque para esto, aun era pronto. Si algo requiere esto de buscar lejos de mi mundo es paciencia, mucha paciencia.

EL COMIENZO

Hace años oí decir mientras paseaba, que Nanuk se había ido más allá de las estrellas, que había partido hacia un lugar de descanso eterno, y que no iba a volver jamás. Eso me dejó triste, aunque sabía que mi amigo se había ganado ese descanso con creces. Nanuk fue un trabajador incansable, siempre vigilante y decidido a salvaguardar su hogar por encima de cualquier otra cosa. Me costó granjearme su amistad, pero una vez lo logré, fue para toda la eternidad, y eso incluía buscarlo ahora, fuera dónde fuera. Así que me armé de valor, y hace alrededor de un año que empecé mi particular singladura. Nunca antes un perro se había puesto a los mandos de una Sidewinder, pero por situaciones peores había pasado desde que un día me abandonaron, hasta que me encontraron en la carretera, y esto, al menos, sería divertido. Estaba claro que con aquella nave no llegaría muy lejos, por lo que mis primeros trabajos los dediqué a transportar todo aquello que se ponía frente a mi hocico, eso sí, sin comérmelo, a pesar de que muchas mercancías olían muy bien, pero si quería ganar una buena reputación, las misiones debían ser perfectas y con el final adecuado. Vendí pronto mi Sidewinder y probé varias antes de conseguir una Type-6, y con ella acerté. De hecho, aun la conservo. Nanuk Trans la bauticé y me llevó hasta mi primer Élite, el de comercio, algunos meses más tarde.

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